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miércoles, 5 de agosto de 2009

A MI EX ESPOSO



Desperte ahogada, semidesnuda y desarropada. Una noche más, un sueño menos. Sientes el peso de la noche… sobre tu pecho, en tu garganta, en tu nariz, llenando tus pulmones de un algo desconocido, arisco, áspero, como una nube de pequeños cristales que te abren heridas en cada aspiración. Abres los ojos esperando no ver nada, creyéndote inmersa en una bruma blanca y densa de aquellas que algunas veces has visto nacer del río, y que conforme se extienden por la calle van haciendo desaparecer la ciudad, los coches, la gente, lo convierten todo en una nada en la que uno se siente perdido; pero una nada espesa, pesada y a la vez difusa e intangible. Abres los ojos sintiendo su presión en la garganta, oliéndola casi, y te encuentras a ti misma tendida en la cama. Notas tu piel bañada en el desasosiego. Sientes frío en todo tu cuerpo, pero un frío que nace de dentro, de debajo de esa envoltura que te protege del calor. Un frío que quema, como quema el aire que respiras. Sólo llegan a ti los sonidos que salen de tu cuerpo: el latir de la sangre en tus sienes, el palpitar de tu corazón, el eléctrico impulso de tus nervios erizados...

Te preguntas por qué. Te preguntas por qué el aire se ha vuelto irrespirable, por qué es tan denso que apenas te permite moverte, por qué es tan sólido que no circula por tu habitación. Ves entonces cerrada la ventana y te acercas a ella, en dos pasos que se te hacen imposibles. La abres buscando el aire fresco de la noche, la brisa del río que sube a través de la cornisa a la que mira tu ventana.

Y al girar sus hojas y empujarlas hacia fuera, como gatos en un armario o como ardillas en una jaula abierta, volaron de tu cuarto tus deseos ocultos, tus sueños, tu corazón lleno de vida, los profundos sentimientos que por hondos jamás recordarías. Volaron las risas, los llantos, los suspiros, los placeres humanos y elevados. Volaron las cosas que impregnaban cada rincón de tu cuarto. Voló tu nombre y voló el mío, mil veces pronunciado sin palabras en las últimas noches. Volaron mil recuerdos que, sin tú saberlo, habías ido dejando escapar. Volaron para siempre de tu cuarto y de tu vida mi cara y mi persona, sin que llegases siquiera a saber que las hubiste conocido.

Y con ello, y despidiéndome con un beso en la mejilla y una risa ahogada en remolinos me fui hacia el infinito, dejándote aturdido en la ventana abierta. Y no te diste cuenta pero así fue, así me perdiste sin haberme tenido, así me fui para buscar otro ese otro que hoy es …………..MI
AMANTE

3 comentarios:

  1. ME HAS IMPRECIONADO BELLA DAMA, POR LO PROFUNDO, BIEN TRATADO, EL RECURSO METAFORICO Y LA EXELENTE ARTICULACION DEL DOLOR PARA TRANSFORMARLO EN SATIRA.
    BRAVO, CASI TAN BUENO COMO ENCONTRARMR CONTIGO EN UNA DE ESAS NOCHES EN LAS QUE EL AIRE SE HACE IRRESPIRABLE.

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  2. SI ESO ES ALGO QUE ESTA PENDIENTE...YO CREO QUE EN UNOS 15 DIAS NOS PODRIAMOS CONOCER A VER QUE PASA...TEN UN POCO DE PACIENCIA, PRONTO VIAJARE

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  3. SERA CUANDO TU DISPONGAS BELLA DAMA.

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Ricardo.