Saludos amigos lectores. Estos estractos los tomé textuales de http://www.sexovida.com/educacion/swingers.htm. Los escribe Daniel Bracamonte, el presidente de la Asociación Swinger de Argentina.
Ricardo.
Ricardo.
El swinger es una actividad de parejas que nace de una relación estable, crece como fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia.
A veces ese juego se extiende por años, otras su resolución es inmediata, pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto por la pareja es la sal que da sentido a este estilo de vida. Llegar cada noche después de un encuentro y hablar con nuestra pareja sobre lo vivido, excitarse con los recuerdos, internalizarlos en el lecho, es abonar la intimidad de la pareja, hacer crecer la convivencia. ¿Qué sería del swinger fuera de la pareja?: nada. El hecho de estar en una cama con más gente puede ser muy reconfortante aunque no sea más que eso.
El hecho es que la igualdad de entrega es vital para completar la fantasía vibrante del swinger: “yo lo hago con el ser que tú amas y tú lo haces con el que yo amo”.
Acordar con nuestra pareja la elección de otra es parte del juego, es la búsqueda de un equilibrio entre lo bello y lo sensual, lo carnal y lo sensorial. Hay piel con una persona cuando establecemos cercanía con ella, ahí detectamos el encanto. Ese juego lo hacemos juntos, lo que le da esa explosiva carga de complicidad en la pareja que es tan excitante como el sexo mismo.
La pareja liberal en cambio, no tiene esa oportunidad: juega en soledad y cuenta a su pareja sólo lo que le parece prudente contar; el resto de la historia no siempre la declara. Es la parte donde juega lo romántico, aspecto inexistente entre los swingers.
Una cosa es segura: el sexo swinger no puede reemplazar al sexo en pareja porque, aunque este sea espaciado, cuando se da tiene otro origen. Y también es bueno aclarar que el sexo swinger, cuando da placer al practicarlo, se vuelve parte de la vida sexual de la pareja y es complejo desandar el camino recorrido.
Podemos hablar de una interacción entre ambas variantes: el intercambio eleva el morbo junto a las fantasías de la pareja, y generan unac omplicidad sexual que estimula genitalmente. Es por esta razón que muchas parejas ven incrementada su sexualidad de pareja después del primer intercambio. Somos ¨osciladores¨, vamos del placer hacia lo nuevo. Sólo tenemos un puerto fijo en nuestro constante navegar: nuestra pareja.
“Te amo, te comparto, me gusta verte gozar”: esta es quizás la primera contradicción en el swinger. La idea del amor está asociada culturalmente a la posesión indisoluble del cuerpo del ser amado: sólo nosotros disfrutamos de él y sólo el ser amado disfruta de nuestro cuerpo; así es, por lo menos, en la consideración general. La pregunta es por qué, y la respuesta es muy larga y compleja. Pero lo cierto es que la posesión física del otro tiene que ver con aspectos reproductivos y no sexuales en su origen.
Claro que si bien hoy el tema de la reproducción, su control y prevención, están ligados a la utilización de variados recursos de muy alta eficacia, la idea de la posesión física del ser amado no cambió en general. Es que dos mil años de cultura pesan.
Miedo, ese es el trasfondo de la contradicción que percibimos al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transformamos el miedo en confianza, y la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. El swinger es en sí una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva.
Los swingers buscamos una alternativa a la infidelidad, comprendimos que saber lo que desea nuestra pareja y vivirlo en conjunto es mejor que ocultarlo, mentir o realizar sin su saber o conocer. Muchos de nosotros ya no comprendemos el estado anterior en el que vivíamos, nos parece raro no poder disfrutar de otros cuerpos y sensaciones por el hecho de estar en pareja o casados, tan raro como ve parte de la sociedad al swinger. La razón, la verdad, está en la ciencia, no en la moral, sino en la realidad de lo que somos y no en la costumbre de actuar como nos enseñaron.
Realmente la vida swinger es gran desafío. Saber vivirla en plenitud garantiza a la pareja un alto nivel de complicidad y una gran entrega de amor. ¿Uds qué piensan amigos?
A veces ese juego se extiende por años, otras su resolución es inmediata, pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto por la pareja es la sal que da sentido a este estilo de vida. Llegar cada noche después de un encuentro y hablar con nuestra pareja sobre lo vivido, excitarse con los recuerdos, internalizarlos en el lecho, es abonar la intimidad de la pareja, hacer crecer la convivencia. ¿Qué sería del swinger fuera de la pareja?: nada. El hecho de estar en una cama con más gente puede ser muy reconfortante aunque no sea más que eso.
El hecho es que la igualdad de entrega es vital para completar la fantasía vibrante del swinger: “yo lo hago con el ser que tú amas y tú lo haces con el que yo amo”.
Acordar con nuestra pareja la elección de otra es parte del juego, es la búsqueda de un equilibrio entre lo bello y lo sensual, lo carnal y lo sensorial. Hay piel con una persona cuando establecemos cercanía con ella, ahí detectamos el encanto. Ese juego lo hacemos juntos, lo que le da esa explosiva carga de complicidad en la pareja que es tan excitante como el sexo mismo.
La pareja liberal en cambio, no tiene esa oportunidad: juega en soledad y cuenta a su pareja sólo lo que le parece prudente contar; el resto de la historia no siempre la declara. Es la parte donde juega lo romántico, aspecto inexistente entre los swingers.
Una cosa es segura: el sexo swinger no puede reemplazar al sexo en pareja porque, aunque este sea espaciado, cuando se da tiene otro origen. Y también es bueno aclarar que el sexo swinger, cuando da placer al practicarlo, se vuelve parte de la vida sexual de la pareja y es complejo desandar el camino recorrido.
Podemos hablar de una interacción entre ambas variantes: el intercambio eleva el morbo junto a las fantasías de la pareja, y generan unac omplicidad sexual que estimula genitalmente. Es por esta razón que muchas parejas ven incrementada su sexualidad de pareja después del primer intercambio. Somos ¨osciladores¨, vamos del placer hacia lo nuevo. Sólo tenemos un puerto fijo en nuestro constante navegar: nuestra pareja.
“Te amo, te comparto, me gusta verte gozar”: esta es quizás la primera contradicción en el swinger. La idea del amor está asociada culturalmente a la posesión indisoluble del cuerpo del ser amado: sólo nosotros disfrutamos de él y sólo el ser amado disfruta de nuestro cuerpo; así es, por lo menos, en la consideración general. La pregunta es por qué, y la respuesta es muy larga y compleja. Pero lo cierto es que la posesión física del otro tiene que ver con aspectos reproductivos y no sexuales en su origen.
Claro que si bien hoy el tema de la reproducción, su control y prevención, están ligados a la utilización de variados recursos de muy alta eficacia, la idea de la posesión física del ser amado no cambió en general. Es que dos mil años de cultura pesan.
Miedo, ese es el trasfondo de la contradicción que percibimos al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transformamos el miedo en confianza, y la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. El swinger es en sí una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva.
Los swingers buscamos una alternativa a la infidelidad, comprendimos que saber lo que desea nuestra pareja y vivirlo en conjunto es mejor que ocultarlo, mentir o realizar sin su saber o conocer. Muchos de nosotros ya no comprendemos el estado anterior en el que vivíamos, nos parece raro no poder disfrutar de otros cuerpos y sensaciones por el hecho de estar en pareja o casados, tan raro como ve parte de la sociedad al swinger. La razón, la verdad, está en la ciencia, no en la moral, sino en la realidad de lo que somos y no en la costumbre de actuar como nos enseñaron.
Realmente la vida swinger es gran desafío. Saber vivirla en plenitud garantiza a la pareja un alto nivel de complicidad y una gran entrega de amor. ¿Uds qué piensan amigos?
Ricardo:
ResponderEliminarQue buen post, no podía ser mas que oportuno, que definición mas clara y correcta.
La complicidad conyugal, el antes, el en y el después.
Los riesgos, los miedos y los celos.
2000 años.
FELICIDADES A TODOS LOS SW, SON LO MAXIMO
ResponderEliminarHE PENSADO MUCHO EN COMO HACERCLO A MI NOVIA PERO CONOSCO SUS LIMITES A PESAR QUE ME DICE Q ESTA LISTA PARA UN TRIO
ResponderEliminarSALUDOS AMIGOS MUY BUENA PAGINA PARA OBTENER INFORMACIÓN DEL TEMA
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