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lunes, 29 de junio de 2009

FALTA DE DESEO SEXUAL


La falta de deseo sexual suele describirse con mayor frecuencia en la mujer. Así, se considera que la incidencia de este problema entre ellas es de un 36% y de un 15% entre ellos. Como característica fundamental, se experimenta falta de deseo y por lo tanto no llega a aparecer la excitación.

Sin embargo, este problema no debe confundirse con la aversión al sexo, pues este hace referencia al miedo a la relación sexual, no a la falta de interés. Además para diagnosticar falta de deseo sexual, no basta con tener pocas relaciones sexuales, también ha de desaparecer el interés por la masturbación, pocos pensamientos, ensoñaciones o fantasías eróticas y además la persona no percibe como frustrante no poder dar rienda suelta a su sexualidad.

También es importante matizar que una falta de deseo sexual por si mismo no es disfuncional a no ser que la persona no acepte este sentimiento. Es decir, sólo se considera un problema cuando no es una opción voluntaria y provoca malestar personal o en la relación de pareja.

Ausencia de placer
Por lo general, las personas con una líbido disminuida muestran escaso interés por las relaciones sexuales; aunque en ocasiones se prestan a ellas motivadas por otro tipo de gratificaciones como el placer que se observa en la persona amada, el estrecho contacto de ese momento o para evitar problemas de pareja.

También es común que ante la insistencia de acercamiento íntimo de la pareja la persona empiece a evitar los encuentros ayudándose de maniobras distractoras y excusas (cansancio, dolores de cabeza, molestias físicas…). En otras personas, el rechazo y la inhibición es tal que hacen todo lo posible por evitar el contacto, eliminando la sexualidad de su vida cotidiana.

Principales causas
La ausencia de deseo sexual puede deberse a causas orgánicas: enfermedades que inhiben el interés por el contacto sexual ya que éste se reduce ante el malestar físico; alteraciones en el nivel hormonal como el hipotiroidismo y el aumento de la prolactina, así como la producción insuficiente de estrógenos y testosterona; o debido a los efectos producidos por el consumo de determinadas sustancias, como fármacos antidepresivos, alcohol, etc.

Factores psicológicos
Estado ansioso y depresivos, bajo nivel de autoestima y problemas con la imagen corporal son algunas de las causas psicológicas que pueden propiciar la ausencia de apetito sexual. El temor a la intimidad y el miedo al fracaso durante las relaciones sexuales también pueden llevar a una persona a decir “no tengo ganas”, sobre todo cuando existe otra disfunción sexual subyacente como la anorgasmia o la disfunción eréctil.

También puede deberse a discrepancias y crisis en la pareja, puesto que a medida que los problemas aumentan, el interés sexual disminuye. Hay que hacer referencia al papel que dentro del funcionamiento de una pareja puede tener el aburrimiento sexual ya que la rutina en las conductas y hábitos sexuales pueden llevar a una disminución del deseo.

Higiene, muy importante

Tras haber practicado el coito anal no debe pasarse nunca al coito vaginal directamente. Es necesario tomar medidas de higiene, como lavarse el pene (o el dedo si éste también ha intervenido en la penetración), también es necesario cambiar el preservativo, ya que se corre el riesgo de transmitir a la vagina bacterias que provienen del recto. A pesar que ambos canales están cubiertos por mucosas (tejidos suaves), son radicalmente diferentes. El recto no produce lubricación como la vagina sino sólo una pequeña cantidad de moco. Por eso, la penetración anal requiere de un lubricante. Deben evitarse los aditivos químicos. Los lubricantes de base acuosa (en forma de gel) son compatibles con el látex.

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Ricardo.