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jueves, 24 de septiembre de 2009

Los Vampiros

Saben una cosa, en este blog están plenamente identificados los lobos, así que como para hacerles calor en la noches; les dejo una breve desscripción de este otro grupo; para las amigas y amigos que se sientan identificados con cualquiera de ellos, analizan y conviértanse en dignos hijos de estas dos grandes estirpes, criaturas de la noche, amantes de la seducción, lujuria y del buen sexo.

Los vampiros, como cualquier otra manifestación dentro de las leyendas populares, son seres con una intensa voluntad sexual; la cual no siempre es manifestada mediante una búsqueda de saciedad erótica. Es decir, casi todas las actividades asociadas a los vampiros poseen un simbolismo fuertemente sexual, virtud que les ha valido una permanencia incuestionable en las leyendas modernas, dejando detrás de sí, una hueste innumerable de seres míticos olvidados.

El vampiro literario seduce, somete, y luego se alimenta. El orden es más o menos el mismo en toda la literatura vampírica; y allí reside la fórmula de su éxito. El vampiro masculino somete de tal manera a sus víctimas, que casi siempre da la impresión de que son ellas las que finalmente se entregan. Nunca hay violencia, ni asaltos en contra de la voluntad de la víctima, sino una especie de danza de seducción que finalmente acabará con una entrega total. Aquí encontramos el primer símbolo sexual en la cultura vampírica: el sometimiento.

El abandono absoluto de la mujer ante los embates persuasivos del vampiro debe verse como una máscara del sexo. Entregar la propia vida es una especie de sublimación del acto sexual, especialmente dentro de esa inabarcable abstracción que es la mente femenina.

Ahora si es que este nuevo clan les atrae les comento que la manera más común de convertirse en vampiro, por supuesto, ser mordido por un vampiro. Pero no todos los métodos de transformación son tan conocidos; algunos, son de hecho bastante complicados de comprender, ya que es imposible establecer un nexo entre ciertos actos, en apariencia inocentes, y su posterior consecuencia como desencadenante de una transformación vampírica. Aquí no se trata de una maldición adquirida, ni de oscuros ritos al amparo de la noche; sino de un llamado de la sangre, algo predestinado. El alma de un vampiro puro vibra en el cuerpo de un humano adecuado, influye en sus pensamientos, aviva sus deseos, exalta sus sentidos. Con el tiempo llega la derrota, tan inevitable cómo anhelada. El hombre se abandona con dulzura a su pasión; y contempla la Noche con nuevos ojos.


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2 comentarios:

  1. tenebrosamete erotico..gracias por el aporte

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  2. Buen post Santiago, me gusto muchísimo, sobretodo el detalle del vampiro literario. Un brindis por Aleera, Marishka y Verona.

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Ricardo.