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martes, 28 de julio de 2009

YO SWINGER???


Es tiempo de quitarse la máscara. reconozcámoslo; desde tiempo inmemorial ha existido la infidelidad dentro del matrimonio o relación de pareja. No importa lo que digan las religiones, la moralidad o las costumbres "decentes" de una u otra época, la verdad es que ha sido común que en una pareja, casada o no, alguno de los integrantes acabe por decidir en cierto momento ir en busca de algo que satisfaga un apetito que, siendo natural, ha sido por lo regular considerado como pecaminoso o inconveniente y que por muy diversas razones (hastío, incompatibilidad, diferencia de temperamento, etc.) no encuentra en la pareja. Esto antes era mucho más cierto en los varones que en las mujeres aunque ahora las mujeres no se quedan atrás....pero ya al inicio de un nuevo milenio que se viene significando por avances insospechados en todas las áreas de la vida humana, ¿podría quedar este punto sin discutirse o abordarse?

Y lo contradictorio: Los puritanos y moralistas defienden el concepto tradicional de la fidelidad -aunque muchos, en realidad, la infrigen hipócrita y subrepticiamente- como quien defiende un derecho a la propiedad; es decir, el ser "amado" es en realidad, visto como una cosa que no puede ser prestado o dado a otro porque pierde valor; se "desvirtúa"... Por otra parte, si dos seres desean comprometerse a llevar una total y absoluta fidelidad del uno hacia la otra -y viceversa- de por vida, nadie puede negar que es algo plausible e incluso admirable, siempre y cuando esa fidelidad se dé también en total y absoluta libertad.
Pero la realidad cotidiana es otra; en nuestra sociedad, se obliga a los jóvenes, al momento de contraer matrimonio, a intercambiar votos de por vida a una edad en la cual muchas de las ideas y nociones no están totalmente afirmadas y mucho menos libremente escogidas, sino que más bien obedecen a la educación, costumbres y presión social.
Pero la gente cambia con el paso de los años y con la vida, y lo que pensaremos mañana no es exactamente lo que pensamos hoy.

¿Qué hacer entonces con un compromiso que llega a convertirse en una tediosa y pesada carga? Es cuando muchos optan por una salida que de entrada, ellos mismos han catalogado como inmoral: el adulterio, el engañar a la pareja. Es aquí donde entra a escena el movimiento swinger, el movimiento de la amplitud de movimiento, valga la redundancia, en la conducta sexual de las parejas y matrimonios. Porque una consecuencia natural de adoptar esta moral diferente y con ella el estilo de vida que lleva aparejado es el fin de la infidelidad. Y con ella, termina también el adulterio.

A algunos les sonará extraño, pero el verdadero swinger aborrece el adulterio. Adulterar (del latín adulterare=alterar, falsificar, deshonrar) es cambiar de manera ilegítima y unilateral la naturaleza, el sentido verdadero de algún compromiso anterior; existen pactos sagrados como son la amistad, la paternidad o maternidad y por supuesto el matrimonio. Cuando alguno de los cónyuges violenta la palabra empeñada ("te seré fiel, no tendré contacto carnal con nadie que no seas tú") cae en adulterio, y esto no solo abarca la parte sexual de la pareja sino que puede comprender cualquier punto que ambos acuerden y pacten, así sea el no bailar o ir al cine con quien no sea la pareja. Pero ¿qué sucede cuando este pacto es revisado y ambos cónyuges llegan a un nuevo acuerdo, donde se contemple, se respete y acepte la verdadera naturaleza de cada quien, sin engaños, sin dobleces? El adulterio no es tal.

Casi por definición lógica, el o la swinger es alguien que disfruta al máximo de su libertad, ejercida ésta con total respeto a la integridad de los demás, comenzando especia y prioritariamente por la propia pareja. Al poner la moral donde debe estar, en el corazón y en la mente, y quitarla de la zona genital y de el sistema endocrino, el movimiento swinger comienza por aceptar las inclinaciones naturales de cada persona humana, sin detrimento en lo absoluto de la ética.
Cuando un matrimonio o pareja comienza a platicar abiertamente entre ellos de sus preferencias, inquietudes y fantasías sexuales es cuando se genera una empatía total entre ambos cónyuges o novios, porque al aceptar de frente a la pareja sus propios apetitos e inclinaciones, acaba por aceptar los de su consorte. Y como consecuencia, es ahí cuando viene el fin de la infidelidad.

Así como tenemos gustos y apetitos diferentes en otras cosas, en lo sexual no todos sentimos el mismo impulso sexual y muchas veces descubrimos que ese ser con el cual tanto conectamos en zonas muy variadas del acontecer humano, en otras simplemente tendemos a ser divergentes y manifestar preferencias distintas. Y está la otra vertiente para el enfriamiento de las relaciones de pareja: El aburrimiento.

Por mucho que a una persona le agrade algo, si eso le es dado una y otra y otra vez, fatalmente llegará el momento que busque -muchas veces sin decir nada a la pareja- una diversificación de eso que tanto le ha agradado, sin que ello signifique que lo rechace totalmente o que le haya dejado de gustar.
¿Para qué esperar todo esto? Lo razonable es conversar, razonar...y ponerse de acuerdo.

Al replantearse las cosas, ya ante la evidencia de la verdadera naturaleza íntima de ambos cónyuges, no solo es factible sino que se vuelve deseable el llegar a un nuevo acuerdo, a un pacto que realmente pueda ser respetado por ambas partes y es, a partir de ese momento, y de común acuerdo entre ambos cónyuges, cuando cualquier acto sexual de los dos aunque sea con una persona diferente se convierte intrínsecamente en una actividad de la pareja, sea ambos actuando activamente o uno activa y el otro pasivamente, pero tácitamente ambos siempre presentes por el simple hecho de que la "aventura" del esposo o esposa, es parte de un pacto, parte de un compromiso de amor, de aceptación y de entendimiento plenos.

Está, además, esa comezón de la curiosidad por lo nuevo, por lo diferente. Al fin y al cabo, el ser humano es explorador por naturaleza. Y algunas personas gustan de experimentar más que otras. Como sucede en tantas otras cosas, lo inesperado, lo diferente y ¿por qué no? algo que resulte ser frescamente emocionante, suele ser la mejor receta para combatir el aburrimiento. Al haber el permiso del cónyuge para explorar y expandir las fronteras de la sexualidad de cada quien, la infidelidad pierde razón de ser, se hace totalmente innecesaria.

En su lugar quedará la aceptación total del ser amado y es en ese momento cuando la promesa de buscar la felicidad de la pareja amada puede tornarse en realidad. Claro, para derrotar esa moral anquilosada que ha precipitado a la hipocresía y al engaño a tantos hombres y mujeres, es necesario derrotar primero el malsano demonio de los celos. Muchas personas admiten abiertamente que los celos no son otra cosa que inseguridad, pero sin embargo, qué difícil ha sido para muchos despojarse de esa baja y enfermiza pasión.

Cuando la búsqueda del placer personal se basa en la búsqueda del placer del ser amado, no queda lugar para los celos, porque éstos son el síntoma más claro de un egoísmo que es incapaz de anteponer el bienestar de quien se dice amar; es decir, el amor a sí mismo es mucho mayor que el amor hacia la otra persona. Y eso no es verdadero amor.

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3 comentarios:

  1. La muestra más feaciente del amor es precisamente la busqueda de la satisfaccion total y el crecimiento máximo del ser amado, cuando los dos miembros de una pareja estan concientes, tanto del amor que se profesa por el otro, cuanto de las propias necesidades, realizaciones, gustos o intereses, el compartirlos con total complicidad y complacencia, se transforma en un punto de union y de fortalecimiento de la pareja y por supuesto la mejor forma de evitar el tan temido tedio que se produce en una relación por el obio desgaste que produce el tiempo.
    Por otro lado el ver a tu pareja como tu igual y compañero en vez de como una pertenencia o propiedad, fortalece el respeto la admiración y el compañerismo necesarios para una duradera y armonica relación.

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  2. Coincido plenamente con el artículo y con el comentario de Van y me gustaría agregar que para poder ser un swinger no tienes que ser un depravado o de sentimientos desalmados como califica mucha gente, sino todo lo contrario, hay que tener una mente evolucionada, que va más allá del egoísmo personal y lo que es más importante poder separar el amor del sexo, logrando que esa complicidad de pareja ante una actividad swinger trascienda al simple acto sexual y lo lleve a un estrechamiento y enriquecimiento de la relación misma, que al final de cuentas es lo que se busca.

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  3. HOLA MI NOMBRE ES GABRIEL LES CUENTO QUE A MI ME GUSTA EL SWINGER PERO SOY CASADO Y MI ESPOSA NO LO COMPARTE ME SIENTO TAN FRUSTRADO PORQUE NO PUEDO RELIZARME COMO QUIERO SEXUALMENTE A MI ME GUSTA ESTO PERO QUE HAGO MI ESPOSA NO QUIERE SABER NADA DE ESTO TENGO QUE A VECES PAGAR A OTRAS MUJERES PARA CQUE SE HAGAN PASAR POR MI PAREJA PERO NO ES LO MISMO Y ES OR ESO QUE ME SIENTO FRUSTRADO EN ESTO ME PUEDEN AYUDAR CON ESTO QUE HAGO

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HOLA.... nos encantara recibir tus comentarios,
solo te pedimos cultura, y respeto a la opinion del resto de participantes.

Ricardo.